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El viejo maestro Banzen y el joven maestro Kaimu estaban sentados en un banco mirando desde arriba un desfiladero, mirando pescadores en el arroyo allá abajo. Banzen dijo: “Mis aprendices aprendieron los Streams de Java esta semana. Ahora usan Streams en todos lados, incluso cuando un simple bucle for hubiera sido más claro...” Kaimu meditó: “Cuando empecé a trabajar en las cocinas del templo, estaba intrigado por los muchos cuchillos en los porta cuchillos, y deseé probarlos todos. Pero no conocía la diferencia entre un cuchillo de filete y uno para deshuesar, y arruiné mucho pescado bueno.” Banzen continuó: “...Yo les enseñaría felizmente cuando usar Streams y cuando no, pero yo mismo no lo sé. Ni he leído alguna sabiduría simple sobre el tema...” Kaimu continuó: “Con el tiempo crecí para entender el propósito de cada cuchillo observando cómo su forma y espesor me ayudaba o dificultaba mi tarea. De esa manera amaestré no sólo los cuchillos que usaba, sino también aquellos que nunca ví. El error es un pobre amigo pero un excelente profesor.” Banzen continuó: “...Incluso si pudiera corregirlos hoy, mañana sólo traerá otro peligro. El mes pasado mi clan empezó a jugar con las anotaciones. ¿Cómo puedo conducir las revisiones de código cuando la funcionalidad esencial está migrando de los métodos a los márgenes? Y ahora las expresiones lambda están brotando rápidamente por toda la base del código...” Kaimu continuó: “Cada cocinero nuevo trajo sus propios utensilios, brillantes, afilados y extraños. Mi favorito por lejos fue un cuchillo despellejador con un gancho destripador. Apenas lo he necesitado, pero cuando lo hice era exquisitamente apropiado para esa tarea.” Banzen continuó: “...no entiendo por qué la gente debe juguetear con un lenguaje simple hasta que se vuelve tan complejo que es casi imposible de aprender...” Kaimu continuó: “Aún me escurro en la cocina de vez en cuando, para maravillarme con las últimas herramientas por las cuales las tareas complejas son ejecutadas con el menor esfuerzo.” Banzen se apoyó en su bastón. “Mi única consolación es que cada tarde puedo sentarme en este banco y contemplar las vidas felices de aquellos cuya única aspiración es atrapar y limpiar peces.” Kaimu respondió: “Sin dudas; el suyo es un lote feliz.” Traducido por Gonzalo Alcalde. Un extracto de The Codeless Code, por Qi (qi@thecodelesscode.com). Distribuido bajo la Creative Commons Attribution-NonCommercial 3.0 Unported License. |