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Cierto monje se acercó al maestro Java Bawan al terminar su merienda y demandó: “¿No es cierto que la memoria de una computadora es, esencialmente, una secuencia finita de bits?” “Es cierto,” dijo el maestro. “Y si todas las computadoras en el mundo fuesen traidas juntas para trabajar en una tarea, el número de bits seguiría siendo finito?” “Seguiría,” dijo el maestro. “¡Entonces no podemos esperar calcular perfectamente con números irracionales comunes como pi o la raíz cuadrada de dos, porque poseen un número infinito de dígitos! Nuestras aproximaciones cosechan error tras error con cada operación matemática. ¡La profesión exquisita de la computación de punto flotante es sólo una fortaleza construida sobre arenas movedizas!” El maestro Bawan se levantó, miró pensativo la cintura del monje por un momento*, luego arrojó su tazón de arroz de madera hacia el estómago del monje. El monje se dobló. “Radio, cinco centimetros,” dijo Bawan, indicando el tazón. “¿Cual es su circunferencia?” “10π,” jadeó el monje. “Sorprendente,” dijo Bawan. “Qué increiblemente vasto debe ser tu cerebro, para hacer malabarismos con un número de dígitos infinito y llegar a una respuesta exacta.” * Bawan era notoriamente corto, lo cual puede explicar su debilidad por los detalles de bajo nivel.
Traducido por Gonzalo Alcalde. Un extracto de The Codeless Code, por Qi (qi@thecodelesscode.com). Distribuido bajo la Creative Commons Attribution-NonCommercial 3.0 Unported License. |