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(Sorry, this page has not been translated by the translator you selected.) La monja Zjing adquirió una aversión a las alturas. Un joven monje la halló en su nuevo alojamiento: una pequeña choza enclavada en el punto más bajo de un valle a doscientos metros debajo del templo. El monje se sentó, porque Zjing ahora prefería trabajar recostada en el suelo. “He escrito un subsistema muy elegante para nuestro pipeline de renderizado de imágenes,” dijo el monje. “Aumentó el rendimiento dramáticamente, aunque es extremadamente frágil. Cada cambio debe ser hecho con la mayor precaución o resultará en caos. Durante un sólido año he mantenido el código, sin confiárselo a nadie más. Ahora mis nervios están desgastados. Debo mudarme a otros proyectos o arriesgar la pérdida de mi poca chispa.” “Entiendo,” dijo Zjing, aferrándose al piso mientras se sentaba erguida para examinar el código en la laptop del monje. “Tienes miedo al día inevitable de que tu sucesor haga un cambio descuidado y el sistema se destroce.” “¡Si—porque yo debo ser culpado, y con razón!” se lamentó el monje. “¿Como puedo asegurarme mejor de que un desastre así no ocurrirá? ¿Con comentarios excesivos en el código? ¿Con documentación extensiva fuera del código? ¿Proveyendo cien pruebas unitarias que fallarán si se hacen cambios incorrectos? ¿Calando el código con cien chequeos de consistencia—y por lo tanto aumentar su complejidad? ¿O quedándome en este proyecto hasta que mi cerebro se vuelva gelatina?” “Wú,” dijo la monja. Ella seleccionó el directorio donde estaba el código fuente del subsistema, apretó el botón suprimir, y se escurrió por la puerta. Traducido por Gonzalo Alcalde. Un extracto de The Codeless Code, por Qi (qi@thecodelesscode.com). Distribuido bajo la Creative Commons Attribution-NonCommercial 3.0 Unported License. |