Many thanks to Tristan Morris for creating a beautiful illustrated hardcover print edition of the site

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Una joven monja—una aprendiz—le dijo al maestro Kaimu, “He oído hablar de los Seis Anfitriones Ingratos, pero mis ojos no han sido abiertos aún.”

El maestro enganchó la jaula de un pájaro mina a la punta de un palo largo y se lo dió a la aprendiz. Luego escribió algo en un trozo de papel, lo sopló hasta que la tinta se secó, y se lo dio a la aprendiz, diciendo: “En el rollo están los nombres de cinco casas en la aldea. Cuando caiga la noche, ve a buscar tu tazón vacío y pide arroz de cada casa. Lleva el pájaro contigo. Considera lo que veas y oyes.”

Cuando la aprendiz llegó a la primera casa y presentó su tazón, el hombre lo llenó con granos blancos y cerró su puerta. El mina cantó: “Ni arroz, ni rábanos, ni bocado dentro; serías lista para comer con tus dedos.” Empujando los granos, la aprendiz descubrió para su horror que no era arroz, sino larvas blancas. Las tiró en el pasto y lavó el tazón en una corriente cercana hasta que sus dedos estaban entumecidos de frío.

Cuando la aprendiz llegó a la segunda casa y presentó su tazón, el hombre allí dijo “No tengo arroz” y cerró la puerta. El mina cantó: “Ni arroz, ni rábanos, ni bocado dentro; sus ratones han perecido de querer.”

Cuando la aprendiz llegó a la tercera casa y presentó su tazón, el hombre allí dijo “No hay arroz,” encendió una linterna y cerró la puerta. El mina cantó: “Ves la pancarta roja bajo la linterna; ese desgraciado tiene bastante arroz, pero no alimentará a un forastero.”

Cuando la aprendiz llegó a la cuarta casa y presentó su tazón, el hombre allí lo tiró a los arbustos y cerró la puerta. El mina cantó: “Podrías atraparlo si lo intentaras, pero seguirías hambrienta.”

Cuando la aprendiz llegó a la quinta casa y presentó su tazón, el hombre lo colocó boca abajo ante la entrada de piedra, lo molió hasta hacerlo astillas bajo su talón y azotó la puerta furiosamente. El mina quedó en silencio.

Volviendo al maestro Kaimu, la aprendiz dijo, “Mis ojos fueron abiertos a cinco Anfitriones Ingratos.”

“Nómbralos,” ordenó el maestro.

“Bug, failure-value, flag, exception, exit,” respondió la aprendiz.

El maestro asintió.

“¿Pero que hay del sexto?” preguntó la aprendiz.

El maestro dijo, “Lleva un tazón vacío a la tumba del maestro Mugen. Cuando el maestro muerto lo llene o te rechaze, el Sexto Anfitrión Ingrato habrá ido y venido.”